En Black Mirror, un dispositivo llamado Grain permitía grabar y reproducir cada momento de la vida. Ninguna conversación quedaría en el olvido, ningún detalle se perdería y cualquier error podría ser revivido una y otra vez. Este es el escenario que plantea The Entire History of You, uno de los episodios más inquietantes de Black Mirror, donde un dispositivo llamado Grain permite a las personas almacenar cada instante de sus vidas. Lo que parece una herramienta perfecta para evitar malentendidos y recordar momentos felices, pronto se convierte en un arma de vigilancia absoluta, donde la privacidad deja de existir y la confianza en las relaciones humanas se desmorona.
Pero, ¿qué tan lejos estamos de esta realidad?
En México podríamos estar muy cerca de averiguarlo.
Mientras estabas ocupado viendo videos infinitos en TikTok, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó en febrero de 2025 una estrategia de seguridad que haría que hasta el mismísimo HAL 9000 de «2001: Odisea del Espacio» dijera: «Hey, ¿no crees que esto… es demasiado?»
El nuevo Sheriff en la ciudad digital
Omar García Harfuch, el hombre que sobrevivió a un atentado digno de una película de Chuck Norris y que redujo los homicidios al 50% en la CDMX, ahora tiene poderes más allá de lo evidente. No, no me refiero a que resultó ser -como todos sospechábamos- el mismísimo Batman, sino que como secretario de Seguridad y Protección Ciudadana ahora les serían otorgadas facultades para poder vigilarnos y saber más sobre nosotros que nosotros mismos.
Pues bien, la presidenta le dio el control del recién creado Sistema Nacional de Inteligencia y acceso a bases de datos masivas que incluyen, nada más y nada menos que información vehicular, biométrica, fiscal, telefónica y prácticamente todo lo que existe sobre ti. Es como darle a alguien las llaves de tu casa, tu coche, tu teléfono y hasta tu historial de búsqueda en Google. «Oye, es por tu seguridad», te dirían.
¿Skynet mexicano o la salvación?
La estrategia de Sheinbaum propone una Plataforma Nacional de Inteligencia donde algoritmos de IA analizarán patrones delictivos. En español: computadoras súper inteligentes (administradas por personas con 90% de lealtad y 10% de capacidad) decidiendo quién parece sospechoso. Si te pareces a algún delincuente de la lista de los más buscados y a la IA le pareciste conocido, tal vez tengas que explicarle a un policía por qué estabas comprando leche a las 11 de la noche.
También se habla de videovigilancia inteligente con reconocimiento facial. Es decir, esas cámaras que ya ves en cada esquina ahora podrán identificarte y seguirte.
Y no nos olvidemos del Padrón de usuarios de telefonía móvil obligatorio. Básicamente, si quieres tener un celular, tendrás que ceder tus datos biométricos. Es como cuando tu Tamagotchi necesitaba todo el tiempo que le dieras de comer, pero en este caso, es el gobierno quien quiere alimentarse de tus datos.
La delgada línea entre «Matrix» y «1984»
Aquí es donde la cosa se pone seria.
Las organizaciones civiles como R3D y Artículo 19 están prácticamente en alerta máxima. Advierten que esto podría convertirse en una «vigilancia masiva e indiscriminada, propia de un Estado policial». O sea, todos seríamos sospechosos hasta que se demuestre lo contrario.
¿Recuerdas cuando en 2008 se creó el RENAUT y terminó con todos los datos filtrados y vendidos en el mercado negro? Yo sí, y todavía recibo llamadas de «el Príncipe de Nigeria» que quiere compartir su fortuna conmigo.
Sin embargo, lo más preocupante es el potencial de perfilamiento político. México ya fue el país que más utilizó el spyware Pegasus en el mundo, y no precisamente para atrapar narcos, sino para espiar a periodistas, defensores de derechos humanos e incluso investigadores internacionales del caso Ayotzinapa. Estos abusos sucedieron bajo administraciones pasadas e incluso continuaron bajo el gobierno de López Obrador (quien prometió no espiar), evidenciando un problema sistémico en el uso de herramientas de vigilancia sin rendición de cuentas.
¿Qué dice el resto del mundo?
China ha implementado un sistema similar, pero a lo bestia. Millones de cámaras, reconocimiento facial y un «puntaje social» que determina si eres un buen ciudadano. Efectivo para controlar el crimen, ¡pero a costa de que la población viva con más miedo que un gato en una habitación llena de pepinos!
En Estados Unidos, después del 11-S, la NSA espió a medio mundo «por seguridad». Esto generó tal escándalo cuando Snowden lo reveló en 2013, que tuvieron que dar marcha atrás. Incluso los gringos, fanáticos de la seguridad post 11-S, dijeron «ok, nos pasamos de la raya».
La Unión Europea tiene un enfoque más equilibrado: usan tecnología pero con regulaciones estrictas. Si intentas implementar vigilancia masiva allá, los tribunales te mandan a sentarte en la esquina a pensar lo que hiciste. La verdad es que ellos tienen uno de los marcos legales de privacidad más estrictos del mundo (GDPR) y tratado de emular en otros lugares del mundo como Estados Unidos (CCPA). La recopilación y uso de datos personales está fuertemente regulada. Intentos de instaurar retención indiscriminada de datos han sido frenados: por ejemplo, la Directiva de Retención de Datos de la UE (2006) fue anulada en 2014 por el Tribunal de Justicia de la UE, que la consideró incompatible con derechos fundamentales. En el Reino Unido, la Policía probó cámaras de reconocimiento facial en Londres, pero grupos civiles y fallos judiciales lograron que se suspendiera su uso masivo por falta de base legal y por violar la privacidad y el derecho a no discriminación.
Probablemente tengamos que voltear a ver a los europeos y su enfoque de EQUILIBRIO si quisiéramos llevar esto a buen puerto.
Y en Latinoamérica… bueno, El Salvador, bajo el mandato de Nayib Bukele, ha logrado reducir la violencia, pero a costa de tener miles de detenidos sin debido proceso. Es como resolver tu problema de cucarachas quemando toda la casa: efectivo, pero quizás un poco extremo.
La moraleja del cuento
Como fan de la tecnología que soy (y como alguien que ha visto quizás demasiada ciencia ficción), puedo decir que la IA y la tecnología pueden ser herramientas poderosas y sumamente útiles para la seguridad. Pero como aprendimos de «Jurassic Park»: que puedas hacer algo no significa que debas hacerlo.
Si vamos a tener un sistema de vigilancia superpoderoso, necesitamos también super controles: supervisión judicial, protección de datos férrea y garantías de que no se usará para perseguir a quien critica al gobierno.
Porque, si hay algo que mis años de experiencia me han enseñado, es que ningún sistema es infalible. Y cuando falla, los que pagamos el pato somos los ciudadanos comunes, no los delincuentes que ya saben cómo burlar el sistema (ellos no registran sus teléfonos a su nombre, créeme).
Así que mientras Sheinbaum y Harfuch configuran su versión mexicana de «Persona de Interés», quizás deberíamos preguntarnos: ¿queremos vivir en un país más seguro a costa de sentirnos siempre observados? ¿O preferimos buscar un equilibrio donde la tecnología nos proteja sin convertirnos en personajes de una distopía tecnológica?
Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que la IA nos salvará del crimen o solo cambiará quién nos vigila? Déjame tu comentario abajo… aunque claro, ahora sabemos quién más podría estar leyéndolo.